Pueden parecer inofensivas, simpáticas, cosa de chicos. Así y todo, las pajitas de plástico se acaban de convertir en el nuevo veneno para los ambientalistas. Así como hace un año y medio, las bolsas plásticas se volvieron en el enemigo público número uno en muchas ciudades, ahora les llegó el turno a los sorbetes. Nueva York, Bruselas, el Reino Unidoy la Comisión Europea ya les declararon la guerra a los sorbetes.
Y, este año, quienes vayan de vacaciones a Pinamar o Cariló se encontrarán con la novedad: los daikiris, licuados y gaseosas se servirán sin pajita o con una endeble versión de sorbete de papel, porque las pajitas plásticas fueron prohibidas por una ordenanza del Concejo Deliberante. Y se prevén sanciones para quienes lo incumplan. La ciudad de Buenos Aires, analiza una iniciativa similar.